En estos días de transición
política en el gobierno conviene reflexionar sobre la labor jurisdiccional, labor
que se encarga primordialmente de conocer de litigios, resolver situaciones
jurídicas y a nivel federal, responsable de pronunciarse en torno aspectos de
orden constitucional como la protección de derechos fundamentales a través del
juicio de amparo, acciones de inconstitucionalidad y controversias
constitucionales, en fin, una labor de amplio calado.
En efecto, la labor del
juzgador se centra principalmente en resolver problemas conforme lo prevé la
legislación, aplicar la ley al caso concreto y hacer con ello una declaratoria
que brinde al gobernado la certeza de que tal situación así fue establecida
conforme a derecho y por tanto perdurará en el tiempo. Labor jurisdiccional
desempeñada primordialmente por jueces, magistrados y ministros, es decir, por
profesionales en el Derecho. A nivel federal, la ley Orgánica del Poder
Judicial de la Federación prevé la carrera judicial que, grosso modo, se despliega
en los niveles de actuario, secretario y Juez.
Carrera judicial que no es
otra cosa que un régimen estricto de exámenes de aptitud el cual confiere cada
una de esas categorías; esto es, el estatus que cada servidor público
jurisdiccional alcanza es el resultado de una especialización que adquiere a lo
largo de su labor, y dicho estatus se consigue a partir de la experiencia, del
día a día, y sobre todo, se logra luego de años de estudios especializados en
el ramo; aspectos que se demuestran en las mencionadas evaluaciones de aptitud.
Es por ello y otros factores que el Juez como autoridad en la sociedad tiene una
función relevante.
FOTO: Emilio Vázquez Pérez/MIRADOR JUDICIAL
El encargo de un juzgador no
deriva de un proceso de elección popular en el que una mayoría de ciudadanos,
con motivo de razones ideológicas o afines a ciertos pensamientos sea elegido,
sino que, a partir de su especialización, estudio y experiencia en el derecho funge
tan importante labor de determinar, decidir o establecer ciertas situaciones
conforme a derecho, tiene en sus manos una potestad que, se insiste, deriva de
su pericia y especialización en lo jurídico, la cual no se logra sino tras una
larga carrera judicial.
En ese orden de ideas, el Juez,
al desempeñar tan importante labor en la sociedad, no debe estar inmerso y
menos aún, resultar agraviado de un determinado régimen político o expensas de
los otros poderes de la Unión, sino por el contrario, al estar en un verdadero
Estado de derecho en el que predomina la debida delimitación de funciones y
facultades de esas potestades, el juzgador tiene que ser respetado en su
autonomía, independencia, permanencia y derechos de retribución a esa labor.
Ahora que se acerca el cambio
de titular del Poder Ejecutivo de un régimen tradicional a otro que anunció
cambios de varias índoles, muchos hablan de qué sucederá, pero al parecer todo es
mera expectativa, no sabremos hasta que se instale el nuevo gobierno y actúe en
consecuencia en los seis años de su gestión.
Por su parte, el Poder Legislativo
también se vio renovado en las pasadas elecciones de julio, con una mayoría
absoluta de la misma tendencia política; diputados y senadores federales que
elaborarán, reformaran e incluso derogarán las leyes que estiman convenientes,
durante su correspondiente LXIV legislatura.
Empero, pasará el sexenio presidencial y la época parlamentaria correspondiente, y los jueces continuarán en la alta labor de impartir justicia y brindar seguridad a los ciudadanos; por tanto, es necesario hacer una pausa en el camino de tintes políticos que ahora transcurre y, a partir de la reflexión de la labor de los jueces, concluir que es justo respetar sus derechos laborales y personales, no visto como el privilegio de unos cuantos sino como un reconocimiento justo a su función.
*Secretario en función de juez del Juzgado Octavo de Distrito de Procesos Penales Federales en la Ciudad de México